Semana 17: Goyescas – Granados

Una ópera inspirada por la mirada de un hombre: tonos verdes y sonrosados que se convierten en voz humana y la orquesta que murmura. Goyescas: dotar de vida lo que ya tiene vida.

Llevaba tiempo interesado en esta ópera. No solo pertenece a ese selecto club de la llamada ópera española, que no zarzuela (aunque ya sabéis que a mí lo mismo me da que me da lo mismo), lo cual le da un plus. Es que, además, lo poco que conocía de su música era muy atrayente, alegre y vivaz, como los maravillosos cartones de Goya. Después de una maravillosa visita al Prado, entre pinturas negras, parasoles y algún que otro fusilamiento, me he decidido a conocer esta obrita.

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Semana 16: La clemenza di Tito – Mozart

Regreso de mis vacaciones estivales con la (pen)última ópera de Mozart, La clemenza di Tito, que escuché hace ya casi un mes (¡tengo mucho que recuperar!), durante un largo viaje en autobús entre Bayreuth y Berlín.

Volver a escuchar un Mozart nuevo siempre tiene algo especial. Recuerdo mi primera vez, niño pequeño, tendría yo unos 8 años. O menos, no me acuerdo. mi padre me llevó a una versión infantil de Zauberflöte, la Pequeña Flauta Mágica. Era el Auditorio de Albacete, cantada en español, con medios más que modestos. Y me encantó. No por la música o el canto, sino por la historia: maravilla, sueño, cuento. Me quedaron grabadas las campanillas de Papageno en mi pequeña cabecita. Unos pocos años después, ya adolescente, me encandilé de Don Giovanni y su espectacular final, y ahí comenzó mi aventura.

Desde entonces, mi enamoramiento con el no-austríaco se ha matizado. Otros compositores han ocupado ese lugar en mi insignificante podio personal: algunas de sus obras me han apasionado, otras solo me gustan e Idomeneo Re di Creta es un remedio infalible para el insomnio. El impresionante catálogo de óperas de Mozart está dividido en obras maestras universales, que gustan a todo el mundo, y simples obras maestras, solo para el que las sepa apreciar. Aun así, conocer una nueva ópera del salzburgués es una experiencia, una oportunidad de revivir esa música que habla con el alma de lo sublime. ¿O no?

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Semana 15: Věc Makropulos – Janáček

¿Qué darías por vivir eternamente joven?

Todo a tu alcance: visitar todos los países del mundo, leer todos los libros, amar desesperadamente a cientos, vivir millones de ti. Conocimiento y sabiduría, belleza y éxito sin fin. Solo una cosa prohibida: decir “No tengo tiempo

Mientras, las vidas de tu alrededor titilan como luciérnagas y se extinguen. Sus existencias te parecen fútiles: son polen flotando en el agua, un movimiento browniano, apenas una vibración. Su único recuerdo es tu recuerdo. Hace ya siglos de siglos que ya no son. Eres un dios en la tierra. Estás eternamente solo.

¿Lo harías? Emilia Marty sí.

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Bayreuth, donde la ópera se resucita

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Mi primera vez en el Festival de Bayreuth. Bayreuth, Bayreuth, suena como un sueño. Báiroit. Un oasis de ópera en que mundo y tiempo dejan de existir, la imagen se hace música y la partitura se destila en color. Fantasía colectiva, ejercicio de autopersuasión. Ayer vivimos al maestro Wagner, le dotamos de memoria. Ayer se amó la ópera hasta el extremo.

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Semana 14: Juditha triumphans – Vivaldi

La obra que me ocupó la semana pasada, Juditha triumphans, es al mismo tiempo una vieja conocida y un descubrimiento. Debo confesar que antes de ponerme a escucharla, ya había oído toda la maravillosa música de esta obra. Mientras escribía textos para FEBiotec, mientras trabajaba, al pasar la aspiradora… Los ritmos, siempre energéticos, la variedad de la melodía, ese vigor barroco, eran perfectos para las tareas de casa. Yo fregaba los platos mientras los cantantes intentan el más difícil todavía, introducir cada vez más variaciones en las repeticiones de las arias, un nuevo instrumento en los obligados. Y era feliz.

Ahora me diréis que lo de esta semana entonces no se vale. Que no estoy descubriendo una nueva obra y soy un tramposo, un impresentable, el Jordi Pujol de los blogs de ópera. Pero lo diréis sin razón, porque como dice en las reglas, que por otro lado, también he redactado yo,  son nuevas todas las obras que no haya escuchado con el texto delante (libreto o subtítulos), enterándome de todo lo que ocurre. La ópera es teatro cantado, y como tal, debe entenderse. Y por eso, Juditha triumphans es mi ópera número decimocuarta en mi reto Las 52 Óperas del Año.

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Semana 13: Die Meistersinger von Nürnberg – Wagner

No sé si ha sido el azar o el subconsciente quien lo ha decidido así (os aseguro que no estaba planeado). Pero, precisamente en la semana decimotercera de mi desafío, he conocido la última obra que me quedaba del llamado canon de Bayreuth. Los maestros cantores de Núremberg, quizá la ópera del repertorio con peor prensa. Mi conocimientos previos sobre Meistersinger se resumían en estos tres puntos:

  • Una comedia (!) escrita por el tío más impostado y aburrido del planeta, que es capaz de hacer de cualquier tema inocente un rollo místico insoportable.
  • Una obra larga como un día sin pan, en la que apenas sucede nada, con efectos terapéuticos similares al Tour de Francia.
  • Un manifiesto antisemita y ultranacionalista, en que el final feliz consiste en que el ario humille al judío ante todo el pueblo.

Con toda esta información previa sobre la ópera, entenderéis, queridos lectores, que no me haya pasado mis ya casi 10 años de afición deseando conocer esta obra imprescindible. Pero ahora, inmerso en mi reto de las 52 Óperas del Año, preparándome para mi primera vez en el legendario festival de Bayreuth y mientras leo un fascinante libro sobre Winifred Wagner y el Bayreuth de la época nazi, había llegado el momento de afrontar mis fallas en el canon del genio de Leipzig. Del Holandés errante di cuenta hace diez semanas, hoy le llega el momento a los Maestros.

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Semana 12: Adriana Lecouvreur – Cilea

La ópera de esta semana es una de las que deseaba conocer con mayor ansia.

Tuve mi primer contacto con Adriana como muchos, a través de un recital de arias. Era una época en que les tenía manía a esos recitales. Me parecían ópera para vagos, sin drama ni fundamento: como varitas de merluza para un amante del pescado. Pero en mi amada caja Callas venían varios recitales suyos y por Maria, decidí hacer una excepción.

Ecco, respiro appena

Sonaba un aria que no conocía, la voz de Callas a cappella, y entonces entra la orquesta. Melodía contenida, tímida y envolvente, que te va poco a poco rodeando y conquistando con recato. Hablaba de una humilde esclava. No sabía qué quería decir aquello, no entendía el contexto, pero quedé hechizado. Llegó ese final en pianíssimo, con la repetición en la orquesta del tema principal y yo ya sabía «Esa ópera quiero conocerla».

Cinco segundos comenzaba Poveri fiori: el aria en voz de lágrima. Aun hoy, soy incapaz de escuchar el comienzo sin que la mirada se me quede fija en el infinito y el corazón encogido por el sufrimiento desconocido de la soprano.

¿Que por qué no la había escuchado hasta ahora? Porque soy un procrastinador nato. Era una de esas obras que me rondaba por la mente desde hacía meses. De esas que te atrae y deseas conocer y que, por la razón que sea, no te decides a hincarle el diente. No es el momento. Ya tendré una excusa mejor.

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Semana 11: Porgy and Bess – Gershwin

La semana pasada tuve la oportunidad de visitar por primera vez el teatro de ópera mas importante de mi país (con perdón del Teatro Real), una maravilla arquitectónica de lujos y dorados, mucho vértigo desde el gallinero y políticos, próceres y otros popes rondando por los pasillos. En el escaso tiempo libre que me dejaba cierto Congreso, asistía a una de las obras musicales más populares del siglo XX, composición que abarca desde la ópera al musical, del jazz a la tradición musical europea y se encuentra en lo que nos hace humanos: placer, amor, celos y odio. Te lleva a un país lejano, una vida terrible y apacible en la que podemos sentirnos mucho más identificados que con nuestros héroes, las cuitas de Werther o las lágrimas de Magda.

Es una ópera de hombres que viven como hombres y no como almas. Pero llega el final y sientes cómo los personajes, entre tanta danza y gospel, han acabado convertidos en estereotiposPorgy and Bess es un comienzo prometedor, que fracasa en sus promesas.

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Semana 10: Die Soldaten – Zimmermann

Esta es la entrada que más me ha costado escribir. No solo porque entre medias he tenido un Congreso, incluido visita a España. No solo porque me ha costado más que nunca sacar los minutos necesarios para prepararla. No solo porque en estos momentos esté escuchando a Renata Tebaldi cantar arias veristas y así no hay quien se concentre…

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Semana 9: Aufstieg und Fall der Stadt Mahagonny – Weill

Jenny: ¿Y qué hay de la ropa interior, querido? ¿Prefieres que lleve bragas bajo la falda? ¿O mejor sin ellas?

Jim: Mejor sin ellas.

De nuevo, otras dos semanas desatendiendo a este pequeño bebé que es mi blog. Desde que escuché la nona ópera del reto no he tenido sentarme junto al teclado y escribir. Bueno, en realidad sí, porque me he pegado horas y horas preparando cierto boletín informativo que me ha llevado un poquito por la calle de la amargura hasta acabarlo. Durante la espera, habiendo escuchado ya la décima ópera de mi reto, las impresiones del momento quizá se hayan ido escurriendo lentamente por entre los pliegues de la vida diaria. Habrán perdido buena parte de sus espontaneidad. Pero esta vez lo tengo bastante fácil, porque Aufstieg und Fall der Stadt Mahagonny – Auge y caída de la ciudad Mahagonny (Mahagonny para los amigos) es una de esas óperas con cuatro melodías pegadizas y dos o tres frases inolvidables, fruto de una de las más emocionantes colaboraciones entre un músico y un escritor que ha producido la historia de la ópera.

También ayuda que ya conociera las canciones más famosas gracias a un maravilloso CD que me regalaron en el amigo invisible de Una noche en la ópera, allá por el pleistoceno.

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