Semana 9: Aufstieg und Fall der Stadt Mahagonny – Weill

Jenny: ¿Y qué hay de la ropa interior, querido? ¿Prefieres que lleve bragas bajo la falda? ¿O mejor sin ellas?

Jim: Mejor sin ellas.

De nuevo, otras dos semanas desatendiendo a este pequeño bebé que es mi blog. Desde que escuché la nona ópera del reto no he tenido sentarme junto al teclado y escribir. Bueno, en realidad sí, porque me he pegado horas y horas preparando cierto boletín informativo que me ha llevado un poquito por la calle de la amargura hasta acabarlo. Durante la espera, habiendo escuchado ya la décima ópera de mi reto, las impresiones del momento quizá se hayan ido escurriendo lentamente por entre los pliegues de la vida diaria. Habrán perdido buena parte de sus espontaneidad. Pero esta vez lo tengo bastante fácil, porque Aufstieg und Fall der Stadt Mahagonny – Auge y caída de la ciudad Mahagonny (Mahagonny para los amigos) es una de esas óperas con cuatro melodías pegadizas y dos o tres frases inolvidables, fruto de una de las más emocionantes colaboraciones entre un músico y un escritor que ha producido la historia de la ópera.

También ayuda que ya conociera las canciones más famosas gracias a un maravilloso CD que me regalaron en el amigo invisible de Una noche en la ópera, allá por el pleistoceno.

Un vídeo absolutamente necesario para entender el tema.

Mahagonny es un paraíso de cartón, una especie de Las Vegas avant la lettre (la ópera precede en un año la legalización de los casinos en Nevada), en el cual domina el tedio del sexo fácil y una vida de pescador. Fundada por tres fugitivos como una telaraña de oro que atrapa viajeros, es en realidad el escenario de una historia de amor entre una puta alcohólica, Jenny, y un libertador, Jim de Alaska, el antihéroe que pregunta a la primera noche «¿Y tú, tú qué deseas?». Un mesías cuya misión en la tierra es descubrir a los habitantes su propio aburrimiento. Que la plácida paz social que reina en Mahagonny es un sopor que solo la violencia y el sexo sin control pueden exterminar. Es la fuerza del individuo egoísta contra el colectivo capitalista, que no es capaz de satisfacer las verdaderas necesidades de destrucción del alma humana. Como todo buen mesías, debe salvar milagrosamente a los hombres, desviando un asesino tifón. Como todo buen mesías, debe ser aclamado por los hombres. Como todo buen mesías, ha de ser exterminado por su propio pueblo cuando este incumple el precepto más elemental del capitalismo: poder pagar. Hay que matar a Dios para que no haya moral. Jim debe ser destruido.

Mahagonny es una ópera telaraña, una trampa que encierra a una burla que encierra a una ópera. Duetos melancólicos cantados por una prostituta y un leñador de Alaska entre fugas barrocas, rodeadas por canciones de borrachos. Una delicia irónica que ridiculiza a todas las personas, toda la música, todas las religiones.

Suena en la desafinada pianola del sórdido salón un fragmento de la hiperromántica Plegaria de una Virgen de la, para mí desconocida, compositora polaca Tekla Bądarzewska-Baranowska y, ¿qué dice la ópera por boca de sus personajes?

 Das ist die ewige Kunst – Esto es el arte eterno.

¿Es posible reírse más y mejor de la música?

Pero tras la risa fría y fea que produce conocer una sociedad absurda e igual a la nuestra, tras los mesianismos liberadores y absurdos, se esconde un personaje profundamente humano y conmovedor, la puta Jenny. Jenny es la alegría de vivir en un mundo repugnante, sin preguntarse si es posible cambiarlo para mejor. Es la voz que canta a la injusticia de una Alemania prenazi. «El que no destruye al contrario, es destruido»

Pero también es una verdadera heroína operística del siglo XX, una mujer aparentemente normal. Suya es la tragedia de esa sociedad que no pregunta a las mujeres «¿Y tú qué deseas?». Una mujer que se nos presenta borracha y cachonda en la archiconocida Moon of Alabama. Pero llega su primer dueto amoroso con Jim y la joven se nos revela como realmente es, al deslizar su frase «Es demasiado pronto para hablar de mí«. La historia de amor de Jenny permanece sumida durante toda la ópera bajo un manto de ambigüedad, pero la música no engaña. Tenemos a una pequeña Manon, a una Violetta, a una Drusilla, con el rostro desfigurado por el alcoholismo. El corazón, empero, permanece inmaculado.

 El bellísimo dueto de las grullas

Mi veredicto

Aufstieg und Fall der Stadt Mahagonny, vista por primera vez el 19 de junio, con este reparto.

Te gustará si… para ti la ópera no solo debe ser bonita, sino también ser política: la denuncia de un régimen perverso, para el que sin embargo no hay alternativa.

No te gustará si… te asustas al oír decir la palabra puta o prefieres hacerlo con las bragas puestas.

Mi puntuación: 7

Por último, os dejo con dos versiones de la canción más conocida de esta ópera, la primera por Lotte Lenya, creadora del rol de Jenny y mujer de Kurt Weill, y la segunda por The Doors. ¡Espero que las disfrutéis!


3 pensamientos en “Semana 9: Aufstieg und Fall der Stadt Mahagonny – Weill

  1. Siguiendo tu consejo, miré el «vídeo absolutamente necesario para entender el tema»… y bueno, sigo sin entender nada. No importa, de todos modos me gusta la entrada. Y a propósito de tu veredicto de que te gustará si la ópera es política: claro, a quién no le gusta un toque político en una obra, pero no es necesario (me gusta la Tosca, y las carmelitas de Poulenc, por ejemplo), lo importante es el drama, cualquiera sea el ámbito. Saludos.

    • Muchas gracias por tus comentarios. El vídeo «absolutamente necesario» es, por supuesto, una bobada de esas que tanto me gustan. Por supuesto, no tiene nada que ver con la obra, exceptuando el apelativo que una de las vecinas le dirige a la otra.

      ¡Gracias por tus comentarios!

  2. Pingback: Semana 14: Juditha triumphans – Vivaldi | Las 52 óperas del año

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